miércoles, 4 de marzo de 2015

Granado





30 de octubre de 1952, era jueves.


— "Sepan todos los presentes que, con el auxilio de la divina gracia, quieren contraer matrimonio, según lo manda la santa madre Iglesia y el Concilio de Trento lo dispone, de una parte Doña Teódula Granado nacida aquí en Curiel de Duero y por la otra Don Dionisio Pérez natural de Ventosa del Rio provincia de Salamanca.  Por todo lo cual, si alguno conoce algún canónico impedimento de consanguinidad, afinidad o espiritual parentesco, por el cual este matrimonio no pudiera ser válida o lícitamente contraído, debe manifestarlo en conciencia cuanto antes.”  —. Era el último aviso que daba Don Servando antes de la boda.

Todos los feligreses estaban esperando a que terminara la celebración, para saludar y dar la enhorabuena a los padres y a los novios. A partir de ese momento comenzaba una actividad febril, las mozas del pueblo encabezadas por Elodia, amiga de la infancia de Teo, tenían que preparar las coplas que iban a cantar adaptando las canciones a los nombre de Teo y Dionisio. Había que transformar la casa de Isidro y Natalia pues iría mucha gente y había que preparar el menú de la boda, de la cena y el de la tornaboda.
Todos estaban muy nerviosos en Curiel, a Teo siempre la estaban saludando y dándola besos y abrazos cuando salía a la calle.

— ¿Que estás haciendo? —Preguntó Natalia a su hija Teo.
— ¿Quién yo?
—Sí.
—Un guiso de patatas, con el conejo que cazaron ayer. Quiero que me salga de rechupete como los suyos madre—. Así decía Teo, dando vueltas al guiso. 

Estaban las dos en la cocina de los padres de Teo, Isidro y Natalia, en Curiel del Duero. Eran las visperas de la Boda de Teódula y Dionisio.  Ya habian llegado todos los familiares de Dionisio y los habian repartido para dormir ente la buardilla y la casa de Aniceto hermano de Isidro.

—Oye, dentro de dos días te casas, y te tengo que decirte muchas cosas de los hombres—. Comenzó a decir Natalia a su hija, poniéndose un poco nerviosa.
—Qué cosas tiene madre, ya me las sé—. Contesto Teo un poco ruborizada, sin dejar de darle vueltas al guiso.
—Puede ser, pero tienes que ser prudente, obediente y hacer todo lo que él quiera.
—Todo, ¿todo? y ¿Y usted le ha dejado? —Contesto Teo con un poco de picardía.
—¡Eso no se pregunta a una madre!
—Ah, ¿Cómo fue su boda con padre? ¿Como era su vestido? Contesta rápidamente Teo, para que no se note que esta roja como un tomate.
—Pues fui de negro, antes íbamos de negro, todo de negro. Lo decía, mientras se pasaba las manos por la cintura, pensando que aun llevaba el vestido negro de su boda.
— ¿Y padre?
—Llevaba una camisa blanca, con corbata negra, el traje negro o azul marino muy oscuro no me acuerdo bien, pero estaba muy lustroso.
— ¿En dónde fue?
—En la iglesia de Santa Martín, en la misma que tú. Es preciosa, antes estaba más adornada con velas, era curioso ver al monaguillo encenderlas antes de las misas y luego apagarlas con la campanita.
—¿No tenían lámparas?
—Si hija, las había en la parte alta de la Iglesia pero en el altar eran velas.


—¿Cómo se conocieron ustedes?
—Como siempre, nos conociamos desde pequeños, luego cantábamos o bailábamos en las fiestas del pueblo, y luego de golpe se hizo mi novio. Aún recuerdo el día que vinieron sus padres a la petición de mano y la broma de los quintos. No te lo puedes imaginar, le echaron al pilón que hay en la plaza porque no les quiso invitar.

— ¿Quien fue a su boda?
—Pues todos, los abuelos Gervasio y Gregoria que ya eran muy mayores pero se conservaban bien, y los tíos de tu padre Isidro: María (nació en 1855), Emiliano (nació en 1858), Isabel (nació en 1862) y Escolástica (nació en 1865). También fueron mis hermanos: Inocencia, Eliodora, Julio, Rosa y Vicenta y el hermano de tu padre Aniceto. Y luego los hijos, los nietos, éramos muchísimos y no cabíamos en la casa.
—¿De donde eran los abuelos?
—El abuelo Gervasio había nacido en San Llorente el 19 de junio de 1851 y la abuela Gregoria en 1854, reinando Isabel II.

— ¿Y dónde celebraron su boda, madre?
—Pues aquí en casa, estuvimos tu abuela, tus tías y yo tres días preparando la comida, la cena y la tornaboda.
— ¿Y luego a donde fueron?
— ¡Teo! me estas calentando con tanta pregunta. A los pocos días nos fuimos con los tíos que viven en Valladolid, tardamos un día en llegar. Bajamos en carro hasta Peñafiel y luego desde allí en tren que era de vapor hasta Valladolid parando en todas las estaciones. Era la  famosa  línea Valladolid–Ariza. A la semana ya estábamos en casa. Cuando comenzó la guerra ya estábamos casados y lo pasábamos mal.
— ¿Qué guerra?
—Mira, nos casamos tu padre Isidro y yo el 21 de noviembre de 1914 y unos meses antes había empezado la Gran Guerra. [Primera Guerra Mundial, España se quedó neutral]. Aquí en el pueblo no lo notamos mucho, algunos jóvenes que se alistaban en el ejército, pero si lo notamos en el azúcar, tu padre Isidro tuvo que trabajar muchas horas todos los días en la fábrica de remolacha pues el azúcar se volvió el oro blanco. Fijaros, se me ha quedado grabado por lo que pasó luego, el mes que nos casamos en el año 1914 vendimos 325 kilos de trigo en Peñafiel y nos dieron 90,10 pesetas. Estaban los 100 kilos de trigo a 27 pesetas y algo más y luego cuando lo iban a mandar para Barcelona en tren se lo embargaron para los soldados. ¿Sabéis cuanto ganaba el maestro de Curiel de los Ajos?
— ¿Como que de los Ajos?
—Sí, antes se llamaba Curiel de los Ajos, cambio de a Curiel de Duero sobre 1880 y fue porque los ajos de Curiel eran muy conocidos. ¿Queréis saberlo? Un primo de tu abuelo Gervasio era maestro y ganaba por aquel entonces 1.200 reales.
— ¿Madre en pesetas cuánto es? Nos está mareando con tanto número.
—Pues una peseta eran 4 reales. Pues ganaba 60 duros al mes, ósea 300 pesetas.
— ¿Que tal eran los abuelos Gervasio y Gregoria?
—El abuelo muy bueno, cariñoso y trabajador, pero nos hacía trabajar de sol a sol, le he ayudado en el campo y luego aquí en casa. La abuela era una esclava del abuelo, nunca la vi contradecirle. Pero cuando estábamos con ella era muy gruñona. Era muy buena tejiendo el lino y el cáñamo, su madre tenía en casa unos telares y vendían los paños. Bastantes vecinos se dedicaban al lino aquí en Curiel.
— ¿Siempre hemos vivido aquí?
— ¡No! cuando nos casamos, y hasta que se murieron los abuelos estuvimos viviendo en la plaza de la Constitución, enfrente de la iglesia, seguro que te acuerdas pues ya habíais nacido tú y Feliciano.
—Ya me acuerdo, había que subir por una escalera pequeña y no tenía corral.
—Sí, eran tres peldaños, entonces cuando los abuelos murieron nos vinimos a su casa.
— ¿Es más grande?
—Sí, aunque tiene la cuadra dentro de casa y una salida por la parte de atrás, por el corral, y dos habitaciones para vosotros, pues en la otra estábamos muy apretados. Una despensa en condiciones para guardar la comida y la buhardilla que era como otra casa grande.
—Y su habitación tiene gloria, ¿Cómo funciona?
—Es como un horno debajo de la habitación, eso es lo mejor. En invierno da mucho calor y gastamos poca madera.
—Acabas de una vez
— ¿Quién yo?
—Sí.

 Se oye una voz que pregunta desde la puerta de la calle.
—Hay alguien arriba
—Sí, sube
—Teo, que tal estas, muy nerviosa, decía Eliodora mientras la abrazaba
—Un poco,
— ¿Me enseñas el traje otra vez?
—Si lo viste ayer, está igual
—Sí pero me hace ilusión, —madre me cuida el guiso—
—Vete, anda
—Se fueron las dos muchachas corriendo a la habitación

Aquellos últimos días eran un no parar, los hombres se iban a la cantina de la plaza que era del hermano de Natalia (madre de la novia) después de comer a jugar una partida al domino, los dos consuegros eran muy agradables y en esos días que eran de fiesta había que pasárselo bien. Las consuegras tenían bastante con cocinar, preparar los trajes y colocar las cosas de la casa pues con tanta gente dentro era imposible.
El desván lo había preparado para poder dormir, pues solían subir los trastos viejos. Paco, Feliciano y Dionisio dormían arriba, las chicas y los padres de Dionisio en las habitaciones y los padres de Teo abajo. Aunque Teo era mayor que Rafaela, hacían buenas migas y dos días antes de la boda se escaparon en el macho y se fueron hasta Peñafiel.
Ya desde el día antes, las dos suegras estuvieron preparando la comida para los invitados. Se iban a reunir en el salón del bar del hermano, allí su mujer y varias primas las estaban ayudando.
La noche antes, todos los hijos se fueron juntando en la bodega, Dionisio subió uno de los jamones que había traído para la boda, Feliciano llevo un queso de cabra de Peñafiel y con el vino de la bodega comenzaron la juerga. Poco tardo para que Dionisio se pusiera a cantar, todos los demás le coreaban y aplaudían y al final ayudados por el vino cantaban todos. Estuvieron hasta que comenzó a clarear el día.

-

A nuestra boda fueron los padres de Isidro que son Gervasio y Gregoria y los de Natalia y sus hermanos Inocencia, Eliodora, Julio, Rosa y Vicente y el hermano de Isidro Aniceto.

Cosas que hacíamos antes en las bodas
Cuando se casaron fueron a vivir a la Plaza de la constitución, donde esta el palacio

-madre ha visto usted el palacio por dentro, antes de que quedara en ruinas
-pues claro, se llevaron todo mas o menos cuando tu eras pequeña, vino mucha gente con camiones y carros que los subían hasta la plaza  y otros que los dejaban por la parte del rio. Sacaban mucha madera y piedras. Hablaban entre ellos de forma muy rara pues no los entendíamos. Años más tarde hablando con la maestra nos dijo que eran americanos y que se habían llevado el claustro a su tierra, pagando un buen dinero. Fueron unos meses que venia mucha gente rara y se lo llevaban todo, luego nos dejaron transquilos. El que mas gano fue el Anicetoi, como tenia el bar en la plaza, siempre lo tenia lleno.

-Tengo que decirte algo, dijo isiadoro a Teo
-digame padre
-cuando me case, el dia antes del y como te lo estoy diciendo contigo, mi padre, tu abuelo Gervasio me dio una pergamino y me pidió que se lo diera al ultimo de mis hijos que se casara, como eres tu la ultima te lo daré
-y Feliciano
-Si se casa, tendras que dárselo a el.
Subieron a la buahdilla, detrás de las escaleras, entre varios vigas había una caja, la abrió y saco un pergamino enrollado y una punta de grafito
-mira, aquí hay que escribir el nombre y los hijos que se casan, cuando me muera tendras que dejarlo a tu hijo mas pequeño. Escribe vuestros nombres
-Aquilina y Gervasio ya han escrito?
-Si, lee
Con bastante nervios, desenrrollo el pergamino y se acerco al ventanuco para poder leer



El día de la boda amaneció nuboso pero poco a poco se fue clareando, las dos suegras se levantaron muy temprano para tener todo preparado para la misa, y tuvieron que dar el desayuno a los chavales que venían de la bodega, no sin echarles la bronca por no dormir. Solamente durmieron dos horas, los hombres se fueron ya arreglados al bar, a tomar su último chupito de soltero y las mujeres se pusieron a vestir a Teo. El traje de novia era precioso, blanco, largo y con un poco de cola, con mangas largas y un gran escote por la espalda. Tenía un velo blanco con dibujos.
Llego la hora y en la calle ya estaba el novio, los padres, hermanos, amigos, vecinos y todos los invitados a la boda. Había venido Aquilina esa mañana desde Valladolid con su marido y su primer niño, Gervasio con Flora, bueno estaba toda la familia de ambos.

La bajada a la Iglesia de San Martin fue lenta, primero se adelantó el novio y al rato salió la novia, rodeada de las damas, amigas y familia.

Al llegar Teo con Isidoro a la puerta de la Iglesia sonó la marcha nupcial, las mozas entraban detrás. Entraron por el pasillo central, al final estaba esperando Dionisio con Timotea y el párroco de Curiel Don Servando.
Comenzó la celebración:

—In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.  Comenzó diciendo Don Servando.
—Amen. Contesto los parroquianos que llenaban la Iglesia.
—Dóminus vobíscum.
—Et cum spíritu tuo.

Continúo la celebración, todos estaban esperando el gran momento.
—Así, pues, ya que queréis contraer santo Matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia. — Don Servando avanzo hacia ellos y dirigiéndose a Dionisio le pregunta.
— ¿Quieres recibir a Teódula como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarla y respetarla todos los días de tu vida?
—Sí, quiero. — giro la cabeza y miro a Teo sonriendo minimamente.
— ¿Quieres recibir a Dionisio como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
—Sí, quiero. — Y se quedó mirando a Dionisio cruzándose las miradas.
Don Servando, termina diciendo a los ya esposos y a todos los feligreses presentes:
 — El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ante la Iglesia, y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Continuando la ceremonia, llega el momento de la entrega de los anillos, y todos se quedan esperando a ver quién los tiene, en eso que es Feliciano el que se acerca al sacerdote y se los da.

—El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y fidelidad.
—Amén. — repiten los novios.
Don Servando, entrega el anillo a Dionisio. Este un poco nervioso intenta ponérselo a Teo diciendo. —Teo, recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
— Dionisio, recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. — Y Teo hace lo mismo.

Ahora te toca el turno a las arras y es la madrina la que se las entrega a Don Servando. Que las bendice y dice:
—Bendice, Señor, estas arras, que Dionisio y Teódula se entregan, y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes.
Dionisio las toma y se las entrega a Teo diciendo: — Teo, recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir.
Ahora Teo toma las arras y se las vuelve a entregar a su esposo diciendo: —Dionisio, recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir.

A partir de este momento ya son marido y mujer. A partir de ese momento todo fue muy rápido, incluso las firmas; primero Teo, luego Dionisio, después los padrinos Timotea e Isidoro y los testigos Natalia y Francisco, Gervasio, Aquilina, Feliciano, Francisco hermano de Dionisio, Rafaela y Tecla.

a la salida, ya marido y mujer recibieron un montón de granos de arroz, tanto Teo como Dionisio estaban contentos y felices y esa misma tarde se fueron a hacia Palencia a comenzar su luna de miel.

Esa noche, estuvieron los amigos y familiares visitando las bodegas de todos los vecinos del pueblo, pues cada uno quería enseñar la suya e invitar a tomar una copas de su vino, pues tenían formas de hacerlo distintas.

La pareja fue a vivir a Madrid, a la calle Narváez.


Valladolid, 24 de abril de 1984.

Estimado don José Luis Durán: Esta mañana no me ha sido posible buscar más datos. He caminado por los libros de matrimonios preferentemente; es más fácil y segura la labor, pues quedan descartados los que mueren de pequeños. Este trabajo me ha supuesto cuatro horas, principalmente porque no aparecía Gervasio, ya que no daban a la madre como nacida en San Llorente, sino en Curiel. Dan como San Llorente a la abuela materna. Y ciertamente ya había cerrado el archivo, y me disponía a venirme para mi casa, y me decidí a buscar en San Llorente –por eso de ser mi pueblo natal—donde apareció y he podido hacer toda la cadena de siete generaciones, sin entrar en el libro 1º de Corrales donde es de esperar que aparezcan más. Esto se lo mando a Vd. a manera de índice, para que Vd. Pueda ya pedir a tiro hecho.

Un saludo
Nota: Para cuanto necesite escriba a:
D. Luis xxxxxxx.xxxxxxxxx




Datos que he encontrado:
En corrales de Duero (Valladolid) de
Bartolomé GRANADO y de Isabel FERNANDEZ
Nació:
Manuel GRANADO Fernández donde casó el 31.5.1724 con
Isabel Mediana Aguado -natural de Valdearcos de la Vega. Valladolid. Libro de matrimonio 2º folio 12.
Y nació:
Isidro GRANADO Medina casó el 4 de octubre de 1756 con
Ana María repiso, del mismo Corrales
Y nació:
Juan GRANADO Repiso casó el 9 de junio de 1792 con
Rosa López del mismo.
Y nació:
Isidro Granado López casó el 17 de mayo de 1820 con
Felipa Diez, del mismo.
Y nació:
Braulio GRANADO Diez, el día 20 de marzo de 1825. Libro de Bautismo 3º folio 15 quien casó en Curiel del Duero, Parroquia San Martin, libro 3º folio 59-60 con Juana Muñoz, nacida en San Llorente y vecina de Curiel, en la parroquia de San Martin, el 21 septiembre de 1850.
Y nació:
Gervasio GRANADO Muñoz en San Llorente, el 19 de junio de 1851. Libro 5º folio 109v.
Y nacieron también –pero en el mismo Curiel- María en 1855; Emiliano, 1858; Isabel, 1862; Escolástica, 1865.
Este: Gervasio GRANADO Muñoz, casó en el referido Curiel con Gregoria Núñez, en la misma parroquia, el 17 de noviembre de 1877.
Y nació:
Isidro GRANADO Núñez, el 6 de mayo de 1888.
(En nota marginal dice: “Contrajo matrimonio el 21 de noviembre de 1914 con Natalia Angulo Hernando, en el mismo Curiel”)

Hasta aquí es la carta del Padre, los demás datos los sabemos:

Isidro se casa con Natalia en la Iglesia de San Martin y tienen seis hijos:
Aquilina GRANADO Angulo (8-7-1917)
Gervasio GRANADO Angulo (16-6-1919)
Teódula GRANADO Angulo (4-10-1921)
Feliciano GRANADO Angulo (28-2-1923)
Asunción GRANADO Angulo fallecida a los once años de meningitis.
Isidoro GRANADO Angulo fallecido a la edad de nueve meses.



1982
El Camino Real de Burgos es una vía pecuaria que comienza en Peñafiel y sigue por Curiel, Corrales, San Llorente y luego se encamina por la provincia de Burgos hacia Villaescusa de Roy a Guzmán. En Curiel esta vía se llama "Cantones".
El Camino Real de Aragón es otra vía pecuaria que bordea el sur del Valle del Cuco, siguiendo el curso del Duero, por Curiel y Bocos.


      Desde lejos se ve el Castillo de Peñafiel, es una de las fortificaciones más bellas del medievo, rodeada por altos muros. Ahora es la sede del Museo del Vino.

      Estamos llegado, giramos a la derecha Un SINCA-1200 de color verde gira a la derecha al llegar a Peñafiel por la carretera de Aranda del Duero, vamos en dirección a Curiel del Duero.
Vamos en el coche, Nos acabamos de casar hace poco y Marisa está embarazada.
Vamos en el SINCA-1200 de los abuelos de color verde.
También podíamos ir con el coche del abuelo, un r5.
      Acabamos de pasar la desviación de Curiel que hay al llegar a Peñafiel, nos desvía a la derecha y pasamos por la fábrica de harina y luego por las escuelas y hay un puente de hierro que cruza el Duero.
      Nos desviamos a la derecha, por una carretera estrecha que solo cabe un coche y es de dos direcciones, pasamos por la fábrica donde estuvo trabajando el padre de Teo y luego Gervasio, Feliciano.
      Más adelante vemos a la izquierda unas tierras y nos dice Dionisio que en ellas bajaba a cazar con la perra, y aun lo hace pues en la parte de atrás lleva la escopeta.
      Llegamos a Curiel, es muy bonito, la carretera serpentea por el pueblo subiendo hasta la plaza del ayuntamiento, donde hay unas ruinas del palacio de xxxxxxxxx, ahora han construido una casa por la parte de atrás y la utiliza el médico.
      Pasamos por delante y a la derecha sale una calle que va subiendo suavemente por la ladera de la colina donde vigila un Castillo en ruinas. En esta calle hay una curva hacia la izquierda y luego a la derecha haciéndose un poco más ancha; y se divide en dos, al inicio de la calle de la izquierda es donde tiene la casa la abuela de Marisa, el frente está de plaqueta marrón y tiene una puerta en dos trozos, el de arriba y el de abajo.
      El frente de la casa no dice lo grande que es por dentro, tiene otro piso encima donde está la habitación, la cocina, el comedor y la despensa y encima tiene la buhardilla.
Nunca lo había visto en una casa pero en el piso bajo tenían la gloria, esto es que debajo del piso había como un horno donde metían lecha y calentaba el suelo del piso. Era la habitación de la abuela. Lleva ya seis años en cama, por un problema de circulación en las piernas. Feliciano, su hijo, cuida de ella.
      Llegamos a media mañana, y después de saludar a la abuela nos vamos con Feliciano a la bodega, a por vino para comer y al mismo tiempo para catar alguno que otro. Nunca había entrado en una bodega privada, escavada a mano, esta bodega me gustaba. Tenía un portón de madera, que no encajaba muy bien, nada más abrirse se veía una amplia estancia, donde había a la izquierda una chimenea para asar carne, a la derecha había xxxxxx para prensar la uva y obtener el mosto, pues el tío lo hacía manualmente. Y en el medio, y hacia abajo en pendiente había un túnel que al encender las luces se veía al fondo y hacia abajo una habitación, pero muy abajo. Según bajabas hacia frio y un olor a vino que se tenía por los huesos. La cueva de abajo era grande pues había bastantes toneles de vino, botellas y herramientas. Una mesita con dos sillas y vasos.
      Siempre que llegábamos abajo nos daba un poco de vino que tenía guardado y que estaba muy rico.
      Después de comer nos sentábamos con la abuela para hablar con ella, y nos preguntaba por todo.
Estábamos solo Teo, Maris y yo pues Dionisio estaba durmiendo la siesta arriba y el tío Feliciano se había ido a Peñafiel.

La harinera “La Pilar” o también llamada “La Gallega” fue movida por las aguas del rió Duero y dataría de 1875. La fabrica costa de varios edificios dispuestos en forma de U y de cinco plantas. Actualmente, esta harinera es la residencia de la tercera edad “ Santiago Apóstol”.

Continuara…

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